viernes, 8 de julio de 2011

A LO IWASAKY 2: LA NAZISISTA

El cuarto estaba entenebrecido. Mientras se acariciaba el rostro con el filo del espejo, las lágrimas que caían se tornaban frías al contacto con las mejillas. La tele estaba encendida, encubriendo el ruido de los profundos raspones. 

  
PD: Por enseñarnos que la verdadera belleza se lleva por dentro.