jueves, 23 de junio de 2011

DULCES PALABRAS PARA ANAMILDRED







Al igual que el poeta Pablo Neruda, puedo escribir los versos más tristes esta noche.  Sentada en mi viejo escritorio, escucho  la lluvia estrellarse contra la ventana, cientos de palabras se agolpan en mi garganta, como el llanto que se niega a salir. Una historia se deslizó por mi camino en puntapié, las páginas de un libro se abrieron de golpe evocando tu historia. Pensé en ti y desde entonces he buscado en mi memoria algo hermoso que decirte. Empecé a recordar tu voz melodiosa, tu mirada firme y serena, el ardor con el que predicas a Cristo y sobre todo el profundo amor con el que cuidas y defiendes a tus ovejas. Imaginé  cuando comenzaste esta misión, seguro que llegaste arropada de sueños, de esos ¿Cuántos se te habrán cumplido?, ¿Cuántos tuviste que enterrar en tu corazón? Lo cierto es que en las horas más oscuras de tu vida, a solas con tu dolor, siempre supiste hallar a Dios.  Hoy me niego a despedirte, porque no creo en las despedidas. Mucho menos en las retiradas. Sé que no huyes, ni que tampoco te rindes. En ti las derrotas no han dejado su rastro. En ti no habita la resignación. Nunca te das por vencida. Un soldado que abandona el campo de batalla, no lo hace por cobarde, más bien lo hace porque reconoce que allí jamás encontrará la victoria. Un poeta que decide renunciar a la escritura, no lo hace por miedo al fracaso, más bien lo hace porque necesita reconquistar la musa, y un ave que decide aplacar el vuelo, no lo hace por temerle a las alturas, más bien lo hace para recobrar fuerzas y entonces encumbrarse en una esfera más alta. Al igual que el poeta Pablo Neruda, estoy escribiendo los versos más tristes esta noche. Estas palabras no van dirigidas a una simple sierva de Dios a quien hoy le decimos hasta luego. Tampoco van dirigidas a una de mis Mejores Maestras, la que me ha enseñado que el amor de Cristo se demuestra con fidelidad, pasión y entrega. Estas palabras, que en esta hora susurra mi corazón con dulzura y honestidad, están dedicadas a una mujer exquisita, a una mujer que el tiempo se niega a olvidar, a la mujer que indudablemente ha dejado su huella insondable en Mí. Es hora de cederte el paso, ha llegado el momento de dejarte ir. Eres libre. Gracias por tu fuerza y tu dedicación durante los pasados años. A fin de cuentas, la vida siempre nos ofrece retos y Tú estás a punto de comenzar uno nuevo.  

Con amor:
                Lissy

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